27 marzo 2006

Cinematógrafo

De Kalimario subido por Augusto García Flores

Publicado en "Guadalmesí" núm. 26


En el saloncito de la primera planta
se escarchan afiches, lentes, cristalinos,
latidos de mágica luz en haces por lo oscuro.
El destino de la Bounty y Lady Mariana
reprobados por sigilos de bandas sonoras
con la ira en los talones; un golpe mar adentro.
En la hora propicia a la penumbra
un levante ruin hiela los pies del viernes,
las lágrimas del acetato, el baile con lobos.

La repulsión se hincha, berrea como Godzilla.
Arde París bajo el acecho de vampiros,
la linterna se hunde en pantanos, canales,
luces que agonizan en melancolías de Marty.
Los otros traban la fiesta proyectada,
amordazan a una gata en ronroneo sin Paul,
expoliada del cinc caliente, desahuciada.
Es como matar un ruiseñor en el matiné.
Pero existe la esperanza de Casablanca, Ingrid.

Por Fariñas el Jedi, y el ángel de Brooklyn.
Audrey duerme con diamantes en un banco.
Elvira, Morán e Isbert arengan mofa cañí
en escenografía de araucarias y mármoles.
Chaplin, herido, guiña una ironía con globo;
no está solo ante el duelo de pájaros al sol.
Los chicos del coro están cantando, Sam;
no rodaran escaleras ni escalinatas abajo,
ni Kilimanjaro abajo ni Kway arriba.

Si no dispones de diligencia, Aitana, ni sala
al amor del crepúsculo en butacas, Pilar,
las portátiles sesiones tienen tarde y noche,
días de cine y rosas, sesiones con hielo y agua
allí donde Anton Karas toca la citara,
entre centauros, bajo hojas de té y hierbabuena,
a 23 pasos del legado vivo de los bombardeos,
en ambulancia de V. O. y leyenda de pasión.
Allí encanto-Katharine pilota su real vapor.

Emboscados orcos, lejanos tambores,
no acallarán a los violines del tejado, ni la causa
del esplendor en la hierba profunda
que recrea el mundo y su relámpago
con idea argumental, documental, superocho,
technicolor, formato llevadero, otras formas,
desde la Podestá al video, de Hopkins al ce dé,
desde pocilgas hasta jardines, reservas comanches
en ambigú con una pantalla como vela.

No calla el saxo burlón, ni entre los dientes del diablo,
por ese atrevimiento de querer cegar la mirada
de arco voltaico y párpado de celuloide
que alumbra, rebela, emociona en fotogramas.
posted by Augusto García Flores @ 2:08 AM

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